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domingo, 16 de enero de 2011

Se ha escrito un (micro) crimen (X):

Esto es el acabóse, negritos. La crisis ha llegado hasta a las Casas Ahorcadas.

No en vano, resulta paradójico, irónico incluso, que aquí, precisamente aquí, falten negros literarios (y más en un país donde se escribe y publica mucho más que se lee).
Esta, y no otra (que sigo siendo el más lechoso de la familia Kinte, y de vacaciones, naranjas de la China) la  que nos impidió continuar con el frenético ritmo semanal al que os teníamos acostumbrados, forzándonos a descansar por reyes lo que no reposamos por navidad.
Mas el momento crítico pasó, y al menos de momento, estamos de vuelta.
 Y qué vuelta, señores.
BRUTAL.
Así, en mayúsculas y aparte.
 No encuentro otro epíteto con que describir la impagable escabechina que Verónica Martínez ha montado en la biblioteca. Y ya era hora, oiga, que si a nadie le amarga un dulce, menos una buena ración de casquería a los aficionados al género negro. Que para besitos y arrumacos está Corín Tellado, no Poe y compañía.
Eso sí, ahora más que nunca me pregunto, ¿continuará?



La sorpresa se dibujó en los ojos de Mila, cuando el filo de la navaja se clavó en su estómago.
 Ahora yacía muerta al lado de Hawk69.
 Éste no podía dar crédito a lo sencillo que había sido el encargo. Meses atrás, todo eran impedimentos y dificultades para eliminar a esta chica, siempre rodeada de gente. Sin embargo, la suerte había estado de su lado aquel día, y el pedido estaba hecho.
Lo cierto es que lo sentía. Un poco. Después de seguir a Mila durante meses, le había cogido cariño, hasta incluso experimentar algo parecido al amor.
 Pero el trabajo es el trabajo.
 Aún así, pensó quedarse un recuerdo de ella. ¿Qué tal ese dedo en el que lucía aquel anillo tan espantoso, probablemente comprado en unos chinos?
En esas andaba, afanándose en cortar el dedo de Mila con la misma navaja con que la había matado, cuando Hawk69 oyó la suave voz que cantaba “tengo una muñeca vestida de azul”.
 Y cuando se dispuso a buscar el origen de aquella voz, ya  era demasiado tarde.
 Un cuchillo se hundió en su espalda, mientras su asesino le susurraba al oído:
 -Has sido muy malo. En esta biblioteca, el único que mata soy yo.



PD: Por favor, interesados en colaborar en la micronovela, rogamos se pongan en contacto con el administrador (sergioveravalencia@gmail.com).
Muchas gracias.
Fdo:
Un Blogger desesperado

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Seria al Juanito Perez de Salem en sus años mozos el del "encargo"?

Anónimo dijo...

Yo creo que la próxima entrega debe hacerla Jose, que el otro día parecía convencido con continuar.

Raúl

cristina dijo...

Ahora que estaba pensando escribir un capítulo váis y os cargáis a Mila que yo creía que duraría más que Cien años de Soledad. Me habéis dejado sin ideas- y sin protagonista- para continuar, tendréis que seguir esperando mi colaboración. Este viernes, pase lo que pase, no falto.