Estadisticas

domingo, 7 de octubre de 2012

Zarajo Noir


Con este artículo, se inaugura nuestra sección dentro del boletín mensual “Entre líneas” de la biblioteca municipal de Cuenca.


-¿Un club de novela negra? ¡qué interesante! ¡Con lo que  a mí me gusta la novela negra!
Mierda, ya la hemos jodido, me digo.
-¿Qué demonios pensará este fulano (lo dejaremos en masculino, que prefiero que me tachen de ser algo machista que ponerlo en femenino y que lo hagan de abiertamente misógino) que es la novela negra?
-¿Las obras completas de la Tía Agatha (Christie )?
- ¿La obra en que se basó “Raíces”?
La mitad de las veces, me quedo con la duda.
Y la otra mitad, desearía haberlo hecho.
Por eso, ¿qué mejor forma de iniciar esta pequeña sección que evitándome más sinsabores y quebraderos de cabeza explicando de forma clara y concisa qué es y qué no la novela negra?
Bien, pongámonos serios por un momento, sesudos incluso, para distinguir entre novela enigma, de suspense y negra.
La novela enigma es, ahora sí, aquella cuyos máximos exponentes son Sherlock Holmes y Hércules Poirot. En otras palabras, aquella en que se nos presentaba un caso endiabladamente enrevesado pero que, gracias al detective sabelotodo de turno, finalmente era resuelto y todos comían perdices hasta ser pasto de las lombrices.
-En segundo lugar, me gustaría que el amable lector (a fuerza ha de serlo, si ha llegado hasta aquí) piense por un instante en las películas de Alfred Hichcock. ¿Qué, ya lo tienes? Perfecto. Pues eso, pero en tinta en vez de celuloide, es una novela de suspense o thriller. Una novela repleta de acción (física o psicológica) en que los personajes las pasarán reputas para no perder la chaveta o palmarla en la siguiente página.
-Y por último (tata tachín tachín), se encuentra la novela negra, que surgió en la América de la ley seca y la Gran Depresión, por verbigracia de Dashiel Hammett, aunque con Raymond Chandler como capo di tutti capi. Novelas donde el detective (si lo había) tenía más nudillos que neuronas, el plomo (verbal y literal) y la sangre corrían a raudales y el autor pretendía (atentos que aquí está la clave), no sólo entretener a la plebe (que también, porque el que no vendía no comía),  sino fundamentalmente retratar y criticar los usos y desmanes, personas y desalmados de la injusta sociedad capitalista de su tiempo, que en muchos aspectos coincide con la del nuestro.
Y a todo ello, en un solo pack, es a lo que nuestro tristemente desaparecido paisano Ángel Luis Mota gustaba en llamar novela criminal. Una tricotomía (si me permitís el palabrujo) cada vez más difusa, dado que hoy en día la frontera entre los otrora claramente delimitados sub sub (y no sé cuántos  subs más) géneros se diluye.

Dicho esto, te pregunto, ¿sigues pensando que te gusta la novela negra?
Si la respuesta es sí, pásate por nuestro club y no dejes de echar un vistazo a los próximos números de este boletín (intentando, por favor, disimular que lo haces sólo para leer estas líneas, que tampoco es cuestión de despertar envidias y granjearse enemistades).
Y si es no, adiós muy buenas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya está en las redes sociales.
He omitido (espero que no te importe) chascarrillos internos y eso.

Claudio Cerdán dijo...

Completamente de acuerdo con lo que expones, negrito :)

Paloma Mazarro dijo...

Genial ;-)

Te invito a pasar por mi blog, saludos http://palabrasqueformanrelatos.blogspot.com.es/