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jueves, 13 de diciembre de 2012

“Cosecha roja” (II): La defensa.


 

 

Con la venia del jurado, aunque coincido plenamente con la fiscal en las acusaciones vertidas respecto a la construcción de personajes, tan minimalistas que se me antojan poco más que nombres y apellidos a la espera de un bonito epitafio que les haga compañía, el resto de cargos que le imputa son precisamente los que, a mi modesto parecer, han labrado a esta obra  un lugar imperecedero en la historia del delito literario, convirtiéndolo en la primera obra maestra de la novela negra.

Así, siguiendo con la billarística alegoría de la fiscal, pregunto, ¿no es de mayor interés detectivesco y literario un personaje con vocación de taco, que trata de meter las bolas en chirona, de librar el mundo de escoria por sí mismo, que otro que se limita a ser bola a la expectativa de que otros vengan a hacerle el trabajo sucio?

 Hablo, por supuesto, del Agente de la Continental y del comisario Maigret, que, en el fondo, reflejan dos corrientes psicológicas coetáneas y diametralmente opuestas (Cosecha roja es de 1929 y el francés debutaría en las imprentas sólo dos años más tarde): la conductista americana, con Hemingway como máximo exponente de este objetivismo literario, y, como magistralmente expuso la fiscal en otra vista celebrada el curso pasado,  la psicoanalítica freudiana.
 
 

En otras palabras, el análisis y modificación de la conducta humana a través de la acción (violenta, en este caso) o de la reflexión introspectiva.

Pues bien, como el jurado coincidirá conmigo, si el personaje de Hammett se hubiera limitado a pedirle a su despótico cliente que le hiciera un hueco bajo las mantas para tumbarse a esperar, muy cómodamente eso sí, que uno por uno todos los gángsters de Poisonville se personaran en su diván para confesar sus culpas y traumas infantiles, como habría hecho Maigret con más paciencia que el Santo Job (y unos huevos que ya los hubiera querido para sí el caballo de Espartero), no sólo es que el agente habría fallecido de inanición, sino que mi cliente habría resultado un pestiño insufrible, habría carecido por completo de interés literario, y, a buen seguro, ahora mismo no estaríamos hablando de él, casi un siglo después de su publicación, y menos aún escribiendo yo este encendido alegato en su defensa.

Dado lo cuál, me lleva a plantearme,  una vez más, ¿por qué demonios han reeditado a Simenon si hace años que se inventó el Valium?

No hay más preguntas, su Señoría.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Decidicamente, Sergio, debo de explicarme fatal porque jamas dije que Maigret resuelva sus casos con el psicoanálisis. Hablé de la influencia del psicoanálisis en la forma que Maigret analiza a sus posibles sospechosos y las teorías freudianas y psicoanálistas, te recuerdo, va mucho más lejos que tumbar a alguien en el divan. ¿Qué problemas tienes tú con Freud y el psicoanálisis? Pregunto. Inquiero.
Te declaras partidario de primero dispara y luego pregunta. ¡Cielos!!!