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viernes, 30 de mayo de 2014

“Te quiero porque me das de comer" de David Llorente


Por Sergio Vera Valencia.
Coordinador de las Casas Ahorcadas, el club de novela criminal de la Biblioteca Municipal de Cuenca.


En 2013, se conmemoró el décimo aniversario del fallecimiento de Manuel Vázquez  Montalbán, por todos conocido y reconocido padre de la novela negra española. Menos consabido es que este “novísimo” fue también un precursor de la postmodernidad durante el tardofranquismo, mezclando y remezclando toda clase de textos sin más pretexto que la pura experimentación estética.
 Un collage  literario que años más tarde impregnaría la larga serie Carvalho, que bajo el paraguas del género negro, guarecía multitud de lenguajes, desde el político al gastronómico, pasando por el publicitario y el de los medios de comunicación de masas, para crear un polifónico fresco de la Barcelona del último cuarto del siglo XX.
Y este año, en que se cumplen cuarenta de “Tatuaje”, la primera aventura del detective privado más público de la novela criminal ibérica, David Llorente nos regala “Te quiero porque me das de comer”, el más difícil todavía, el más postmodernoir si cabe.
Porque por sus kilométricos párrafos repletos de comas, se funden sin confundir discursos de toda clase y condición, desde anuncios de coartadas para infieles a manuales sobre asesinos en serie, de consejos para amantes de hombres casados a aforismos de excusado, de noticias a entrevistas, de previsiones meteorológicas a enumeraciones fisiológicas, y sobre todo historias. Cientos de sórdidas microhistorias sobre un Carabanchel que nada tiene que ver con el Lindo barrio de Elvira y Manolito.
Historias como la de Max Luminaria, el asesino de la moneda, brillante doctor y  no menos talentoso psicópata, o la de Marcelo Saravia, su más ferviente seguidor, o la del detective Casimiro Balcells, su desastrado perseguidor, o la de los desquiciados docentes de un centro de secundaria que podría ser psiquiátrico, donde al menos zumbado se le va la mano en sentido real o figurado. Decenas, centenares de personajes con nombres y apellidos, acciones y depravaciones, un auténtico tratado sobre la perversión humana, una oda al voyeurismo y la iconoclastia literaria que deja a Chuck Palahniuk camino del convento de clausura y se come con Nocilla a Agustín Fernández Mallo.
Una obra transgresora de título a contraportada, de gramática a estructura, de principio a fin. Un libro de trescientas páginas con el mimo y sintetismo de un microrrelato, una joya única e inimitable, que demuestra que ni todas las novelas negras son iguales, ni todo está inventado, no apta para todos los públicos.
Sólo para lectores.

¿Te atreves a probarla?

lunes, 19 de mayo de 2014

ALBA NEGRAL IV


Manolo Polo
MI  QUERIDA  ARACELI

            Buena chica, aunque demasiado calentorra.
Nos llamaban los amantes de Teruel, tonta ella y tonto él, por ser íntimos y siempre los últimos del escalafón.  Pero nos lo pasábamos tan ricamente, no los más listos pero tampoco los más pringados. Nos engañarían en el sueldo, que no, pero en el esfuerzo tampoco. Todos nos mandan, obedecemos a la media docena que importan, y enredamos a los demás. Alguno perdió su puesto e incluso el trabajo por minusvalorarnos.
El marrón nos llegó cuando empezamos a jugar a médicos en el archivo, nuestro reino y paraíso. Apartado, solitario, con rincones sólo por nosotros conocidos. Nos gustaba y gusta el juego, pero ella desde el principio quiso más, y más, y más hasta llegar al abuso. Y tuve que defenderme. Por ello, tras un año de exceso sexual pensé en facilitarle una baja laboral temporal que me permitiera descansar y reponerme. Lo conseguí en demasía.
Yo sabía que ella reconocería la última revista porno que apenas le había dejado ojear, y que encontrarla y lanzarse a ella iba a ser uno y lo mismo. Pedí permiso de un día para otro, me lo concedieron, y a última hora puse la revista sobre la vieja estantería metálica oxidada que pesaría una tonelada y apenas usábamos. Araceli descubrió la revista y quiso cogerla, como era bajita se subió a la primera balda, y la estantería se le echó encima porque yo había quitado los dos fajos de facturas antiguas que suplían una de las patas delanteras.
Eso debería haber sucedido a la mañana siguiente, pero se adelantó a esa misma tarde a últimísima hora, porque ella fue a recoger los zapatos de fiesta que se había comprado ese día para una boda. Su agilidad saltando hacia atrás la perdió, porque en lugar de caerle encima la estantería desde cerca y con todo el cuerpo para amortiguar la caída, no se tocaron hasta el momento en que la estantería llegaba al suelo y sólo encontró sus tobillos y rodillas.
Apenas si le quedó hueso sano desde las rótulas para abajo. Nadie oyó sus gritos,  móvil no llevaba encima  Cuando su madre denunció su ausencia horas después la policía  dijo que una mayor de edad que no llega a su casa antes de las once no es una desaparecida Y ella permaneció allí solita desangrándose, aunque poco, ya que sólo sus intentos de escapar le produjeron pequeñas heridas. Eso sí, la revista quedó a su alcance y durante las doce horas de espera le hizo compañía. Supongo que pensaría en mí.

.Le amputaron las dos piernas después de mil operaciones y casi otras tantas infecciones. Jubilada con una paga chachi y una indemnización de infarto, a la jodía la hice rica, coja también, pero rica. Ahora la visito un par de días entre semana, a la merienda, y todos los domingos completos. Se le ha incrementado la libido  y seguimos jugando a médicos, su madre es comprensiva. Cariñitos todos, pero consumaciones las justas, controlo yo. Ella quiere que nos casemos pero no permitiré que me consuma otra vez. Araceli será mi novia toda su vida.

viernes, 2 de mayo de 2014

CRÓNICA SENTIMENTAL EN BLANCO


Hace poco más de un año, cuando Víctor del Árbol visitó las Casas Ahorcadas por primera vez, me preguntó: ¿tú por qué te complicas la vida organizando eventos culturales si no ganas un céntimo?



Y la pregunta no ha dejado de martillear en mis oídos durante las largas y duras semanas que precedieron a nuestro II Encuentro de Novela Criminal,  tras comprobar como después de seis meses preparando actividades y tratando de tender puentes entre el Ayuntamiento y la Diputación, el toro volvió a pillarnos y se llevó por delante la feria del libro .



En esas me encontraba yo, más quemado que la antorcha humana, y para más INRI pasando por un mal momento personal, cuando llegó el 25 de Abril, y la respuesta al interrogante.



Porque tener la oportunidad de presentar y compartir mesa y sobremesa con alguien a quien admiras tanto como Lorenzo Silva; de dar a conocer allende las fronteras conquenses la voz de Mauricio Romero y el ingenio de Antonio Santos; de ser testigo de que la corrupción policial puede dar mucho que hablar cuando Víctor del Árbol lleva la batuta y el micrófono; de viajar por el mundo sin dejar de escuchar el vozarrón de Jon Arretxe; de traer a la península canarios tan negros y entrañables como Alexis Ravelo; de desentrañar parte del misterio de los Urquijo gracias a la pluma de Mariano y la cámara de Fernando; de revivir a Marilyn Monroe con un blues afilado por el hermano Márquez; de descubrir que en el norte también se escriben grandes novelas del Oeste como la última de Abasolo; de reír por no llorar con las soflamas del enorme Fernando Cámara; de atisbar el talento del pequeño gran Claudio Cerdán; de conmoverse con las palabras de Víctor del Árbol y las canciones de Márquez y de engancharse a las páginas de Paco Gómez Escribano, no se paga con dinero.





Y reencontrarse con autores de tal calidad literaria y humana, ver como el salón provincial se abarrota de lectores ávidos y felices, abrazar a amigos de letras de Getafe, León y Madrid y comprobar una vez más que las Casas Ahorcadas son mucho más que un club de lectura no tiene precio.


Pero por desgracia, eso es algo que muy poca gente es capaz de entender en este país de Lazarillos tan falto de Quijotes llamado España.
Por eso, agradecer de todo corazón a mi tribu, y muy especialmente a Marta Segarra y África Cotillas el que lo hayan hecho posible, y rogarles que vuelvan a hacer lo imposible porque no haya dos sin tres.

Porque la familia de las Casas Ahorcadas lo merece.

Y Cuenca lo necesita.






¡Larga vida a las Casas Ahorcadas, y nos vemos en 2015!