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lunes, 28 de agosto de 2017

BLACKLANDS, de Belinda Bauer.

 
Por Nieves Guijarro.

Steven Lamb es un niño de doce años que vive en Shipcott en compañía de su madre, su abuela y su hermano pequeño Davey. Cada día, al terminar sus clases, el pequeño excava en el paraje de Exmoor con la esperanza de encontrar el cadáver de su tío Billy, asesinado dieciocho años atrás a manos de Arnold Avery, un psicópata condenado a cadena perpetua por el abuso y asesinato de otros seis menores.

Con la esperanza de poner fin al dolor de su abuela, que pasa las horas muertas frente a la ventana esperando, en vano, el regreso de su hijo asesinado, Steven toma una peligrosa determinación: Cartearse con Arnold Avery, la única persona que puede desvelarle el paradero de su tío desaparecido. Así comienza a fraguarse una peligrosa y estrecha relación entre un niño desesperado y un asesino pedófilo.

Con esta inquietante premisa, arranca Blacklands, el debut como novelista de Belinda Bauer, reputada guionista y periodista inglesa que, allá por el año 1998 obtuvo un Bafta, prestigioso galardón otorgado por la Academia Británica de las artes cinematográficas y la televisión, a la mejor guionista joven por The Locker Room. Dicho debut literario, le hizo alzarse en el 2010 con el premio CWA Gold Dagger a la mejor novela criminal, concedido por vez primera a una escritora novel.

Blacklands explora los entresijos de la degradación humana, mediante el planteamiento de una enrevesada trama cuyo leitmotiv principal gira en torno a una de las más viles transgresiones jamás concebidas: los abusos infligidos a menores. Bauer consigue que nos adentremos en la complejidad de esta temática introduciéndonos, en primera persona, en el marco gris de una humilde familia, marcada por la tragedia, cuyo día a día transcurre de forma anodina e insustancial.

Podemos sentir cada uno de los pensamientos del niño como si fuesen propios, tanto la mezcla de angustia y emoción que experimenta cuando excava en Exmoor, como su frustración cuando regresa a casa con las manos vacías. Frustración que degenerará en una malsana obsesión en pos de granjearse la confianza y el respeto del depravado Avery.

De igual modo, la autora nos introduce en la psique del asesino quien, tras largo tiempo aburrido en la prisión de Longmoor, comienza a emocionarse ante la incipiente llegada de las anónimas y breves misivas, a las cuales decide responder asaltado por una mezcla de curiosidad y expectación que consiguen evadirle del tedioso hastío de la vida diaria entre rejas. La mente enferma de Avery nos hará partícipes de toda clase de turbadores recuerdos sobre sus crímenes, nos revelará sus más soterradas obsesiones y, en igual medida, aquello que le provoca sensación de rechazo o miedo.

El lenguaje utilizado por la autora es muy sencillo, sin adornos ni florituras de ningún tipo, lo cual, lejos de molestar en modo alguno, le confiere a la novela un aire más desenfadado y la transforma en un producto de fácil y amena lectura. Tal vez el único fallo que puede achacársele es la precocidad y madurez en el pensamiento de Steven, lo cual tampoco resulta una traba importante a la hora de completar la lectura, ni repercute de forma negativa en el planteamiento de la historia.

El resultado de todos estos factores en conjunto nos ofrece una obra notable, entretenida y que cumple a la perfección con las expectativas ofrecidas y resulta de total y absoluto disfrute para todo buen amante del Thriller.

martes, 22 de agosto de 2017

La novela negra española más potente del 2017


 
Por Sergio Vera Valencia



    Cuando coincido con otros lectores compulsivos de género negro, hay una pregunta que suele repetirse como un mantra: ¿Qué es lo mejor que has leído últimamente?


Y más en Gijón, que supone el paso de ecuador del año antes del aluvión de novedades otoñales.

Normalmente, la respuesta suele ser: poca cosa, el año va flojo (y supongo que, o bien todos lo van, o bien como cada vez se publica más, cada vez es más difícil separar el grano de la paja).

Generalmente, solo un par de títulos pasan la criba. Y así fue en la última Semana Negra, donde había un título que se repetía como las lentejas. Un libro que me recomendaron libreros, autores y fanáticos. Se llamaba Ya no quedan junglas a donde regresar. La ópera prima del periodista de investigación y editor de novela negra Carlos Augusto Casas (Madrid, 1971), que ha resultado merecedora del VI premio Wilkie Collins.

Pero, todavía no sé muy bien por qué, no la compré.

Sin embargo, al poco de volver a Cuenca, me escribió Claudio Cerdán – que nunca antes me había recomendado un libro, dicho sea de paso- diciendo que tenía que leer una novela.

 La misma novela.

Así que dejé de hacerme el duro, y  se la encargué a Miguel Ángel Díaz Ortega, el amo y señor de la librería Somn Negra (que se pilló vacaciones de su otro trabajo para montar el tenderete en Gijón, y fue el primero que me habló de ella).

 Y cuando finalmente la leí, en apenas un día, tuve que rendirme ante la evidencia. Ya no quedan junglas a donde regresar es la novela negra española más potente que he leído este año.

Y en mucho tiempo.

Cuenta la historia de «El Gentleman». Un viudo de setenta y dos años, que solo se siente vivo una hora a la semana. Los jueves, cuando previo pago, pasa sesenta minutos con Olga, una prostituta de la calle Montera.

No pienses mal. El gentleman no es de esos. De hecho, es el único de los ancianos que vegetan por los bares de la zona, que no está allí por el sexo. Lo que realmente le gusta al gentleman es hablar con Olga. Imaginar que, por una hora, no son una puta extranjera y un viejo triste, solitario y final.

Pero un día, después de pasar la noche con cuatro abogados, Olga aparece muerta. Y como nadie está dispuesto a impartir justicia, el gentleman decide tomársela por su mano.

Aunque a su edad, no será fácil. Y menos, tratándose de abogados con vínculos con la mafia.

 Y por si fuera poco, Cuando el viejo empiece a sembrar el foro de cadáveres, la inspectora Iborra y Herodes irán  tras sus pasos.

 Aunque la inspectora Iborra no está para muchos trotes. Todo el día tomando caramelos de menta para disimular que se bebe hasta el agua de los floreros, en un intento por olvidar el abandono de su marido, al que, no obstante, no puede evitar dejar mensajes en el buzón de voz.

Y el asesino profesional conocido como Herodes, tampoco pasa por su mejor momento. Después de un trabajo en Italia, que le ha dejado tocado y casi hundido, quiere cambiar de oficio. Dejar de fingir que lleva una vida normal junto a una preciosa madre soltera y su hijo, para vivirla realmente.

Estas son las tres líneas argumentales de esta vigorosa novela que conjuga lo mejor del pulp americano y de los clásicos españoles. Una obra tan tarantiniana como castiza, con una trama salvajemente compleja como la del mejor Andreu Martín, unos antihéroes sentimentales como los que pueblan las calles de González Ledesma, ambientes cutres y marginales como los de Julián Ibáñez y un hijoputesco humor digno del mismísimo Pérez Merinero.

Y todo esto y mucho más, en menos de 200 páginas.

200 páginas sin tregua, gracias a su continuo y magistral uso del cambio de escenario. Una auténtica montaña rusa de acción, emoción, violencia y sarcasmo. Escenas cuidadas como microrrelatos, que dejan al lector hipnotizado ante la capacidad casi ilimitada del madrileño para putear a sus personajes una y otra vez, poniéndoles trabas y más trabas, y consiguiendo que salgan ingeniosamente airosos.

Una novela que no podrás parar de leer, pero que no querrás que se acabe.

Un libro que, desde ya es un firme candidato a mejor primera novela negra del año, y a todos los premios del 2017.

Eso sí, cuando llegues a su redondo desenlace, prepárate. Prepárate, porque las próximas novelas negras que leas, te parecerán papel higiénico.

Porque ya no quedan junglas a donde regresar, ni novelas como esta.

 

 

 

domingo, 13 de agosto de 2017

La pareja de al lado, de Shari Lapena



 
Por Antonio Elena.

 
Anne y Marco son una pareja aparentemente feliz.

 Recientemente han sido padres, tienen una niña de seis meses, casa y coche de lujo, y unos vecinos encantadores, que una noche los invitan a cenar.

Todo perfecto, pero hay un pequeño problema, Cynthia (la vecina) no soporta a los bebés. Y  menos, sus llantos, por lo que pide a Anne que no lleve a la niña a la cena.

No hay problema, se contrata una canguro, y resuelto el asunto.

Pero ésta falla, y no puede acudir.

No hay problema, se deja a la niña en su cuna, se coloca un monitor para bebés, y se pasa a verla cada media hora.

Total, está justo al otro lado del tabique. Nada puede ocurrir.

O eso creen.

Cuántas veces nos hemos formulado preguntas del tipo... ¿Y si no hubiera ido? ¿Y si hubiera tomado el otro camino? ¿y si hubiera vuelto cinco minutos antes? ¿Y si....? Pues este tipo de pregunta se plantea la pareja protagonista durante toda la novela.

Estamos ante un libro en el que se entrelazan conceptos como la responsabilidad paternal, la infidelidad, la mentira, la ambición, la manipulación y, sobre todo, la angustia, que va creciendo por momentos, por no saber que ha pasado.

Según se avanza en la lectura, crees saber el quién, pero no el porqué.

Unas páginas más, y sabes el quién y el porqué.

Sigues leyendo, y sabes el porqué, pero no el quién.

 Continúas, y no sabes ni quién, ni porqué.

Especialmente recomendada para aquellos que se dicen a sí mismo que son unos excelentes “deductores”. Yo reconozco que me he perdido deduciendo multitud de veces, y es que, los giros inesperados no tardan en sucederse.

Al final, cuando ya está descubierta toda la trama, y encuentras un poco de sosiego, ves que queda un último capítulo…

 Pero, ¿qué más puede ocurrir?,

Pues algo que.... la verdad es que no me acuerdo de lo que ha sucedido...

Shari Lapena nació en Canadá en 1960. Ejerció como abogada y profesora de inglés antes de dedicarse en exclusiva a escribir, debutando con La pareja de al lado, con la que ha recibido varios premios.

Novela intensa y adictiva, fácil de leer y sangre la justa (¿o no?).

Totalmente recomendable a los amantes del suspense.

domingo, 6 de agosto de 2017

Corrupción policial, de Don Winslow


 
Por Sergio Vera Valencia.

 
El sargento de origen irlandés Denny Malone es el mejor policía de Nueva York. El rey de la Unidad Especial de Manhattan Norte. Un tipo capaz de cualquier cosa para hacer justicia y cuidar de sus hermanos de placa.

Alguien dispuesto a jugarse diariamente el pellejo por limpiar las calles de la Gran Manzana de heroína y de quedarse con la mitad de la droga para revenderla, de partirse el alma para atrapar al asesino de una inocente anciana de Harlem y de actuar como intermediario para comprar fiscales para la mafia. Porque si algo tiene claro el sargento Malone es que para hacer justicia, verdadera justicia, para atrapar a delincuentes debes hablar su mismo idioma y enseñarles quien manda.

Eso, y que para reinar en Manhattan Norte hay que pagar un alto precio. Porque la ciudad nunca duerme y no entiende de horarios ni vacaciones. Si quieres ser el amo de nueva York, debes serlo 24 horas al día, 7 días a la semana.

Quizá por eso, hace un año que Malone está separado de su mujer y apenas ve a sus hijos.

Por eso, y porque lleva un año con Claudette, una escultural enfermera negra  enganchada al caballo, cuya existencia oculta celosamente a todo el mundo.

Incluso a sus hermanos Russo y Monty, con los que lleva años compartiendo balaceras y sobresueldos, días de redadas y noches de putas. Porque hace mucho tiempo que la unidad especial está corrupta hasta los cimientos.

Pero, ¿quién no lo está hoy en día en la ciudad de los rascacielos?

Así es la nueva y monumental obra de Don Winslow. Un libro que ha llevado al americano más de una década de documentación sobre la policía de su ciudad natal.

Y se nota.

El libro traspira asfalto y verosimilitud en todas y cada una de sus más de quinientas páginas. Historias, anécdotas y detalles policiales tan increíbles que solo pueden ser ciertos, narrados con estilo ágil y sin filigranas literarias. Winslow tiene una historia tan potente y ambiciosa entre manos, que le sobran las piruetas.

Eso sí, el libro no pretende ser un trepidante thriller, ni una enrevesada novela policíaca de final sorpresivo.

No.

Corrupción policial aspira sencilla y llanamente a ser el mejor procedimental jamás escrito. A meternos en la piel y el uniforme de un policía de carne y hueso, de un personaje que es a la vez el mayor de los héroes y el peor de los villanos, un ser humano con más aristas que un cubo de Rubik y más dilemas que una criatura de Shakespeare.

Y lo consigue. Vaya si lo consigue.

Pese a que la trama tarda en arrancar, solo por su grandioso y apabullante tercio final, Corrupción policial se ha convertido en la mejor novela negra que he leído este año y en una de las mejores que recuerdo.

Así pues, los que estén esperando un frenético pasapáginas repleto de giros que hagan más llevaderos los días de playa, que no crucen el cordón policial.

Pero si eres un verdadero amante del género negro, corre a hacerte con este novelón. Es una obra maestra solo al alcance del autor de El poder del perro, con la que Winslow se confirma como uno de los capos del panorama noir actual.